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jueves, 19 de noviembre de 2015

Conexión con el sonido de las voces de Iaacov

Harav Yerahmiel Barylka.

Reflexiones del Rav Yerahmiel Barylka*


El tercer patriarca del pueblo judío, Iaacov, entró en negociaciones con su suegro Labán, y en su transcurso usó, las primeras palabras en arameo o siríaco “yegar sahaduta”, «montículo del testimonio», para nombrar las piedras erigidas como un monumento conmemorativo de la alianza entre él y Iaacov. Y Iaacov lo llamó Galaad en hebreo (Bereshit 31:47). 

Cuando fuimos exiliados a Babilonia, no sólo aprendimos las formas escritas y habladas de arameo, sino que también modificamos la “escritura hebrea” o “ktav d’etz” con letras arameas, que se utilizamos hasta el día de hoy. La creciente importancia del arameo como la lengua hablada entre los que regresaron a la Tierra Santa fue el factor principal que obligó la compilación de las traducciones arameas ya en el período de Ezra. Como afirman los estudiosos rabínicos en Meguilá, 3 b, …“Ezra llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura, y la leyó en presencia de ellos en la plaza que está frente a la puerta del Agua” que nos cuenta el libro de Nejemía 8, es una referencia a la explicación de la Torá en la traducción aramea. No es sorprendente que nuestros sabios rabínicos establecieron lo siguiente en la Mishná 4 de Meguilá 4: “El que lee la Torá no puede leer menos de tres versículos; él no puede leer al traductor más de un versículo a la vez, o tres en el caso de la lectura de los profetas; pero si estos tres forman tres párrafos separados deben leerlos uno por uno...”. En los tiempos talmúdicos, una persona traducía los pasajes de la Torá a la congregación.
El arameo perdió su estatus cuando fue abandonado por la sociedad en especial con el surgimiento del Islam y el uso de los idiomas árabes. No obstante, sigue siendo utilizado como segunda lengua santa para nosotros y es de vital importancia en la literatura talmúdica, los midrashim y en el libro de oraciones, el sidur. Con las palabras que guardamos en ese idioma nos unimos al sonido de las voces de Iaacov y otros de los grandes patriarcas de nuestro pueblo.

*Harav Yerahmiel Barylka. Sinagoga Rambam de Madrid.