domingo, 11 de febrero de 2018

Los beneficios de la tzedaká


“Habla a los hijos de Israel para que tomen para Mí una ofrenda, y esta será la ofrenda que ellos tomarán: oro, plata y cobre”. De esta manera comienza la lectura de la parashat Terumá (Shemot 25:1-27:19), que leemos esta semana (Shabat, 17 de febrero de 2018) y que se refiere a la disposición de la ornamentación del Mishkan o Tabernáculo y posteriormente del Santo Templo de Jerusalem, así como de las ofrendas de la mañana y de la tarde.

Nuestros sabios se preguntaron, según comentario del rabí Abraham BeHaim, ¿por qué el término Veikju (ellos tomen) usado en el texto? La palabra Veitenu (ellos den) es más aceptable. Asimismo, explican que cuando nosotros damos la cantidad de nuestras propias posesiones, nosotros estamos en realidad tomando o recibiendo para nosotros mismos. La bendición más grande que D-s dio sobre nosotros es la oportunidad de dar (tzedaká). Sin duda un maravilloso e inconmensurable regalo. Por medio del acto de dar, de ser generosos con nuestros semejantes y, particularmente, con quienes más lo necesitan, somos salvados de la muerte (Proverbios 10:2)
El Talmud nos indica que “la caridad iguala a todos los demás mandamientos (Babá Batrá, 9). Esta es realmente la fuente de las oportunidades no importa que “aun un hombre  pobre está sujeto a la caridad y debería proveer caridad (Talmud Guitín, 76).
No obstante, se establecen diferentes niveles de la caridad: hay tzedaká de oro, de plata y de cobre. Cuando una persona prospera y goza de buena salud da de sí mismo a los demás, y procura que los demás le den, su ofrecimiento es considerado como oro. Pero si él contribuye solamente porque está enfermo o temeroso, o porque es forzado por la presencia de otras personas, su caridad equivale a la plata. Y si él da porque es solamente su última voluntad y testamento, esta ofrenda es menos valiosa y es equiparada al bronce.